Alcanzando A Mi Ángel.

Dos mundos y un amor, dos sentimientos y un querer, dos cuerpos y un placer, dos melodías de amor y una vida para escucharlas juntos. Al morir Tamara, la novia de Mateo, este entra en una depresión horrible, llegando al punto de no querer salir. No quiere comer, no quiere moverse, no quiere hacer nada, hasta que su amiga Micaela le propone algo: Llamarla. Ella una médium. Sabe usar sus poderes y le comunica a su amigo que puede intentar que ella venga. Él acepta. Tamara llega. Le da una pluma a su novio y se va. Según ella, esa pluma es para poder contactar entre ellos, ¿será cierto? ¿Habrá sido real lo sucedido? ¿O sólo un sueño? ¿Tamara era de verdad o una ilusión? Eso lo descubrirás al leer esta novela.

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05/31/21

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Prólogo.

Chapter 1

Estaba solo en casa, a
excepción de Mica, mi mejor amiga. Ella era médium,
lo que a mí me beneficiaba lo suficiente como para hacer una llamada a una
dimensión desconocida, aunque no puedo negar que temblaba de miedo. Verán,
Tamara, mi novia, falleció hace unos cuantos meses y yo todavía estaba
demasiado mal. Mica lo había intentado TODO para ayudarme: distraerme,
comprarme CD’s de The Beatles, libros de aventura, salir a pasear, dejarme
llorar, entre otras cosas, pero yo no podía olvidar, me faltaban las fuerzas.
Tam había desaparecido sin más, su muerte me tomó desprevenido. Todavía
recuerdo la sensación que sentí cuando su madre me llamó y me dijo  esas cuatro palabras que me rompieron el alma
en pedazos: “Tamara acaba de morir”. No quería creérmelo, ella no podía morir.
No era posible. El cielo no podía quitarme a ella. Todavía tengo pesadillas con
lo sucedido, pesadillas en las cuales ella se muere y yo no logro hacer nada,
sólo puedo quedarme mirando como su rostro pierde color y sus ojos,
luminosidad.

Pero, allá estaba yo, siguiendo a Mica, queriendo y necesitando con todas mis
fuerzas verle. Al final, mi novia surgió en una nube de humo y miró, parecía
desconcertada. Luego se paró y salió de ese humo morado y amarillo a la vez… y
me miró.

— ¿Mateo? –me dijo. Su voz era la misma de siempre.

Yo me tiré a sus pies, como un niño herido que sólo desea que lo curen. Me
partía el corazón verle así: muerta. Sí, era lo que quería, verle, pero no así.
Pensé que la vería como antes y que se echaría entre mis brazos y todo volvería
a ser como antes, pero no. En ese instante pensé que no me reconocía y mi
nombre le había salido por casualidad. Lo siguiente que recuerdo es estar
sentado en el sillón de mi hogar, en posición fetal, mientras trataba de no
llorar. No iba a llorar frente a ella, no podía permitir que vea lo mal que me
había caído su muerte.

—Mateo, ¿qué te sucede? –me dijo ella. La miré: estaba muerta, sí. Pero a pesar
de todo, no había perdido su belleza; tenía el pelo tan bonito, brillante y
castaño como siempre, cosa que resaltaba sus ojos grises. Su piel era más
pálida que la última vez que la vi viva, pero le quedaba mejor. Estaba vestida
con un vestido blanco y sencillo, casi una túnica, excepto por el detalle de
unos botones en la parte superior. Y tenía alas, de todos colores. No sé si me
explico bien, pero era así. Eran blancas en el centro y, por los costados,
bordeaba el arco iris.

—N-nada –tartamudee.

Se sentó a mi lado y pude sentir sus alas tocándome. No sé como describir lo
que sentí, pero sé que era hermoso. Lo cual me subió el humor y alivió mi
dolor. Eran suaves como el algodón, calientes y refugiantes. Sentí ganas de
tocarlas.

Me quedé mirándolas y me dijo:

—Me las dieron en La Dimensión Mortal —la miré extrañado, creo que se refería
al Más Allá—. Al ser menor de edad, me dijeron que todavía era un ángel bebé.
No sé cómo se vuela o si sirven para volar, lo único racional que dijeron fue:
“Ten éstas alas, ángel. Te protegerán del mal del Universo, de los demonios, de
las cosas horrendas de la Dimensión. Para activarlas, solo tienes que tener un
cariño y creer en ti, el resto vendrá solo”.

“No funcionaran”, pensé. Tam era muy insegura de si misma.

—Creo que sé cómo podríamos hacerlas funcionar… -le dije. Había leído algo de
una conexión en una revista.

— ¿Cómo?

Me acerqué a ella y comencé a acariciarle la espalda, para luego tocarle
suavemente las alas: eran como seda blanca y multicolor; pasé mi mano por las
líneas de muchos colores y sentí una descarga de energía y conecté con sus
sentimientos. ELLA SE SENTÍA SOLA.

— ¿Te sientes sola en la Dimensión? –le pregunté.

—Tengo dos amigas: Camila y Alma, pero no es lo mismo… Quiero estar cerca de ti
–acercó su rostro al mío. Yo sabía por experiencia que esa era un
comportamiento inconsciente en ella y notaba, cuando estaba viva, que sólo lo
hacía cuando me confidenciaba cosas o me quería cerca.

—Puedo morir si te sientes sola, cariño.

—No se te ocurra. Allí todo es horrible. Todos son ángeles o demonios. Los
demonios se dedican a quemar todo, ¡es una guerra entre nosotros! Estuve a
punto de perder mis alas, quemadas, por querer rescatar a un demonio bebé.

—Están en guerra con los demonios, ¿pero los rescatan?

—Creemos que a los más pequeños podemos entrenarlos y usarlos en contra.
Además, son solo niños, no tienen la culpa.

—Pero, ¿no quieren que ellos desaparezcan?

—No. Sólo los malos. Algunos se ponen de nuestro lado y destruyen a los suyos,
como Bianca o Nicolás.

—Pero, siempre pueden volverse malos…

—No quiero pensar en eso. Me hace daño. Lo peor es que no me salen lágrimas,
sólo puedo sentirme mal y listo. Cero lágrimas, no puedo demostrar que mis
sentimientos son verdaderos. Eso es una pesadilla de las peores, no puedo hacer
nada. Mi cara se ve neutral si quiero que sea así, furiosa o feliz, pero nunca
triste.

— ¿Hay algo que pueda hacer en tu beneficio?

—No. No se puede hacer nada. Pero quiero estar contigo.

— ¿No tienes una manera de comunicarte?

—No sé… Vine aquí porque Mica me atrajo, pero sola… no sé. Sería costoso, dado
que no sé en qué parte del mundo estoy.

—Cariño… lo siento mucho. Pero, no puede durar para siempre. Sé que las leyes y
todo eso, no son las mismas allá —agregué, antes de que me interrumpa—, aunque
es obvio.  La guerra terminará y serán
felices, todo va a estar bien…

—Allí las cosas pueden durar para siempre. Si yo duraré, la guerra también…

—¿Son inmortales?

—No. Morimos, pero volvemos a nacer y empezamos la guerra de nuevo.

—Todo va a estar bien… -repetí. Y no aguanté más: la atraje hacía mí, su rostro
más cerca del mío… y la besé. Necesitaba ese beso, de verdad. Hacía meses que
no tocaba sus labios, que no los sentía. Luego comencé a tocarle el rostro, con
suavidad y lentamente, tenía que asegurarme de que era una experiencia real.
Cuando me quedé sin aliento, la abracé. No podía ir al final de su espalda
porque las alas me lo bloqueaban, pero era algo. La amaba. La tenía, ella me
quería y nada había cambiado. Pasaron unos momentos en el que seguí
acariciándole la mano mientras ella me abrazaba con un cariño que no puedo
explicar.

—Mateo... —me llegó la voz de Mica, que estaba de espaldas a mí—. Tami tiene
que volver a donde pertenece, no puede seguir más tiempo aquí, a menos que
quieras que entren demonios en tu casa. Localizaron el portal y… quieren
pasarlo, no me da la fuerza suficiente.

—Entiendo –dije. Miré a mi novia muerta, pero tenía que hacer algo antes de que
ella se vaya. Corrí a mi cuarto y saqué todas las cartas que había estado
haciendo, sobre lo mal que me sentía y todo, además de una que tenía preparada
por si ella me quería aún. Cuando volví, Mica estaba diciendo algo que provocó
que se cayera una pluma de las alas de Tamara. La recogió y se la dio a mi
novia.

Le di las cartas, ella intentó sonreírme, pero su rostro estaba “neutral”. La abracé
y besé, no podía dejar de amarla. Cuando Mica no aguantaba más el portal, Tam
me dio su pluma y pronunció lo que me pareció un… no sé que era.

—Yo, Tamara, te doy mi pluma para que entres en contacto conmigo. Te doy la
parte de mi ser, la pluma que compartí con tu corazón. Yo te regalo mi pasado
humano, mi presente angélico y mi futuro. Podrás verme cuando quieras y
recordarme. Verás mi reflejo en esta pluma y podrás comunicarte conmigo,
siempre y cuando halles la manera de conectar tu corazón. Mateo, ¿lo aceptas?

—Claro que sí –le dije mientras sonreía. Me acababa de dar una parte de su ser.

—Debo irme –me dio un beso en la mejilla y volvió a la nube de humo.
Desapareció en cinco segundos.

Me senté en el sillón con la pluma ente mis manos, me sentía revivido de alguna
manera. Más contento de lo que había estado en cinco meses. Mica se sentó a mi
lado.

—Lo siento—me dijo—. Quisiera que el portal hubiese aguantado más, pero no
podía. Se agotó toda mi energía en eso.

—No importa. Hiciste lo que pudiste. Gracias, eres una buena amiga–le dije.

— De nada, ¿te molesta si descanso? –me preguntó.

—Claro que no, lo tienes bien merecido.

Se durmió al instante.

Yo me quedé mirando la pluma, tocándola, saboreando cada parte de lo que sea
que me haya dicho Tam. Esa pluma era la muestra de que era real, de que yo
había estado en contacto con ella.

Quise dormir, pero… ¿y si luego despertaba en mi cama, con las cartas
amontonadas a mi lado y todo era un sueño? ¿Si nunca la había visto?
Obviamente, podría haber estado tan deprimido como para soñar eso. No podía
permitirme dormir. Al final, escribí otra carta diciendo todo lo que había
sucedido. Me sentía muy bien.

Lamentablemente, al otro día debía ir al colegio y seguir con mi triste vida
sin ella.

Pensé en las palabras de ella: “Te doy la parte de mi ser, la pluma que
compartí con tu corazón. Yo te regalo mi pasado humano, mi presente angélico y
mi futuro. Podrás verme cuando quieras y recordarme. Verás mi reflejo en esta
pluma y podrás comunicarte conmigo, siempre y cuando halles la manera de
conectar tu corazón”, todavía no entendía bien a qué se refería ¿Podía verla? ¿Abrazarle,
quizás? ¿O sólo verle como cuando miras a un periodista en la televisión? No
tenía respuestas, pero no tardaría en conseguirlas.

Ella era parte de mí, nada me separaría.

Pero, yo, Mateo, que vive en no sé cuál parte Dimensional, en la Vía Láctea, en
un planeta que nadie más que los seres de aquí conocemos, ¿estaría dispuesto a
tener una relación con alguien muerto? ¿A aferrarme a mi pasado y no soltarlo?
¿A dejarlo? La respuesta es que sí, todo por ella. 


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